Texto
extraído de Reflexiones
Peruanas N° 600. LA FESTA DELLA DONNA de Wilfredo Ardito Vega.
Hace
unos días, en una panadería de Palermo, vi unos chocolates en forma de corazón,
envueltos en color amarillo y con unas florecitas del mismo color. El
vendedor me explicó que era un regalo por la Festa
della Donna. A mí me pareció interesante que en Italia, el Día de la
Mujer fuera una ocasión para regalar chocolates a la novia, la esposa o alguna
colega del trabajo. De hecho, mi mamá compró algunas cajitas de chocolates para
mis sobrinas.
Me
puse a pensar que el Día de la Mujer puede ser recordado de manera muy
diferente, de acuerdo al contexto. Para algunas mujeres, también en el Perú,
puede ser ocasión de saludos y obsequios. Sin embargo, en la mayoría de casos,
debería tratarse de una ocasión para reflexionar sobre cuánto nos falta avanzar
en lograr que las mujeres puedan llevar una vida digna.
En América Latina, en problemas
como la indocumentación o el analfabetismo, las mujeres se encuentran en una situación
mucho más grave. Por su relación directa con las tareas agrícolas, las mujeres
suelen ser las principales víctimas de problemas ambientales. No es
casualidad que existan tantas lideresas que luchan contra la contaminación,
como Berta Cáceres, la dirigente hondureña asesinada el jueves pasado.
Muchas familias pobres envían a
sus hijas adolescentes a trabajar a las ciudades como empleadas
domésticas. Estas chicas, totalmente solas, son las trabajadoras del hogar
más explotadas. Con bastante frecuencia, la falta de afecto las lleva a aceptar
como enamorados a individuos que las abandonan si quedan embarazadas, con lo
cual su situación se volverá aún más precaria. Atendí alguna vez a una de ellas
que no sabía cómo demandar a su enamorado, porque él siempre le había impedido
ver su DNI y le daba un nombre falso. Otra ni sabía dónde vivía él: sólo
conocía su caseta como huachimán.
Pero estas historias no son las
peores: las redes de trata de personas también llevan a las muchachas para
explotarlas sexualmente. En febrero, fue asesinada en Madre de Dios Aymee
Pillaca, una chica cusqueña que tenía un gran futuro como boxeadora: la mataron
porque ayudó a escapar a una chica de una mafia que la prostituía cerca de
Puerto Maldonado.
Un frecuente espacio de maltrato a
la mujer es la familia: de hecho, muchos hogares son dirigidos por mujeres que
fueron abandonadas. Son muchas mujeres las que se ven obligadas a entablar
juicios de alimentos contra los padres de sus hijos. Aún en familias de sectores medios se suele abusar de las
mujeres mayores (abuelas, tías). Conozco muchos casos en que, pese a sus
problemas de salud, son obligadas a cuidar de familiares enfermos o de
niños.
Otro
problema recurrente es la violencia contra la mujer. El año pasado, fue
promulgada la Ley 30364 que cambia el antiguo concepto de “violencia familiar”,
pues la mujer puede sufrir agresiones también de quienes no son familiares
suyos, como un exconviviente, un compañero en la universidad o un colega en la
oficina.
Es
más, en varios casos de hostigamiento laboral que he conocido, los jefes
acosadores maltrataban con mucho más ensañamiento a las mujeres. Varios de esos
jefes eran los primeros en sonreír en actividades por el Día de la Mujer y
firmar pronunciamientos. Como en los casos de violencia doméstica, muchas
de las agredidas guardaban silencio. El agresor suele saber quién es la más
vulnerable, por su personalidad, o por tener carga familiar. En algunos
complejos agroexportadores contratan especialmente madres solteras, porque
saben que temen reclamar. Otras veces, como también ocurre en la violencia
doméstica, la víctima realmente cree que ella es culpable de la violencia y
desea creer que si “corrige” su conducta, evitará el maltrato. Normalmente esto
no ocurre: la violencia solamente se acelera y agrava.
El sistema legal con frecuencia no
está preparado para proteger los derechos de la mujer. La investigación de
Wilson Hernández: ¿Cuánto le
cuesta la justicia a las mujeres? muestra
la necesidad de reformar los procesos judiciales en temas como alimentos o
violencia familiar, para que sean más accesibles a las afectadas. Una pésima
muestra de la ineficacia del sistema judicial es la impunidad que tienen las
violaciones sistemáticas de campesinas durante los años ochenta o las esterilizaciones
forzadas de los años noventa.
Pensaba en todo esto cuando me
enteré que la Dirección de Derechos Humanos del Colegio de Abogados de Lima está
convocando, por el Día de la Mujer, a una campaña de “belleza integral”, que
incluye manicure, maquillaje, limpieza de cutis y peinado, como si la mujer
fuera un adorno. Me impresiona realmente que pueda frivolizarse hasta este
extremo la percepción sobre la mujer.
Sinceramente,
a mí me es difícil pensar en saludos y obsequios el día de mañana. Creo que el
reto debe ser construir una sociedad más justa y luchar para ello corresponde a
hombres y mujeres.
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