jueves, 9 de junio de 2016

La base teórica: democracia y ciudadanía

PNUD (2004) Ideas y aportes: La democracia en América Latina. Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos. 2ª edición. Nueva York: PNUD. pp. 27, 29 – 31.

PARA EL COMÚN DE LAS PERSONAS, LA PALABRA “DEMOCRACIA” PUEDE TENER MÁS de un significado y éstos suelen ser imprecisos. Para los practicantes de la política, la democracia asume una dimensión fundamentalmente procesal: se trata de las reglas que permiten competir por el poder en forma pacífica a través, sobre todo, de elecciones limpias y periódicas para escoger a los gobernantes y representantes de la ciudadanía.

[Para nosotros] la democracia requiere el desarrollo integral de la ciudadanía, lo cual implica tanto el pleno ejercicio de los derechos políticos, como de los civiles y sociales, según ha sido reconocido en diversos documentos de Naciones Unidas.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobada en 1948 establece una concepción amplia de la ciudadanía, que abarca derechos civiles, políticos y sociales. Adicionalmente, en el 2000, la Asamblea General en la Declaración del Milenio establece que “no escatimaremos esfuerzo alguno por promover la democracia y fortalecer el imperio del derecho y el respeto de todos los derechos humanos y libertades fundamentales internacionalmente reconocidos, incluido el derecho al desarrollo”.

Por su parte la OEA ha adoptado mecanismos para fortalecer la democracia y reaccionar ante situaciones que puedan interrumpirla, y en 2001 aprobó la Carta Democrática Interamericana. Junto con el Grupo de Río, las Cumbres Iberoamericanas y otras instancias regionales, estos organismos vienen auspiciando una agenda que resalta la importancia de la política y de una concepción integral de la democracia. Cada vez más, la comunidad internacional está convergiendo hacia la visión más amplia de la democracia; este Informe recoge la idea de que, para prevenir retrocesos en el proceso democrático, es necesario analizar al régimen democrático como parte, y no aisladamente, del marco de las ciudadanías política, civil y social. El gran reto está en consolidar este consenso emergente y traducirlo en apoyo a reformas que fortalezcan las democracias latinoamericanas.

La democracia es una dimensión esencial del desarrollo humano. Éste se define “como el aumento de las opciones para que los habitantes de un país puedan mejorar su vida”2. Parafraseando pues una expresión famosa, podría definirse desarrollo humano como “el desarrollo de la gente, por la gente y para la gente”: de la gente, porque se trata de llevar una vida más humana; por la gente, ya que el desarrollo depende del esfuerzo creativo de hombres y mujeres, no de la naturaleza ni de la suerte; para la gente, porque el fin no es añadirle ceros a las cuentas nacionales sino mejorar la vida de las personas. Así, el verdadero objeto de las políticas públicas es proveer más opciones para que el ciudadano lleve su propia vida de manera más y más satisfactoria, o sea, en una frase, que “desarrollo es libertad”3. Y la libertad, además de ser el fin, es el mejor medio para lograr el desarrollo: la ciudadana o el ciudadano no sólo debe ser el beneficiario o receptor último de las opciones, sino además su actor por excelencia. La concepción de ciudadanía enunciada por las Naciones Unidas en 1948 fue reiterada en términos académicos por T. H. Marshall en 1949. Más recientemente, teóricos de la democracia y el desarrollo humano han ofrecido varios argumentos para adoptar un concepto de la democracia que incluye, pero va más allá, del proceso electoral.

En la formulación rigurosa de Guillermo O´Donnell4, la democracia es más que un conjunto de condiciones para elegir y ser elegido (“democracia electoral”); también es una manera de organizar la sociedad con el objeto de asegurar y expandir los derechos de las personas (“democracia de ciudadanía”). Esta visión más amplia de la democracia se basa en cuatro ideas principales: a) El ser humano como sujeto portador de derechos; b) La sociedad organizada de modo que garantice el ejercicio y promueva la expansión de la ciudadanía; (c) Las elecciones libres y competitivas, junto con la vigencia del estado de derecho, como condición necesaria, aunque no suficiente, de la democracia, y d) La especificidad histórica de los pueblos latinoamericanos en sus procesos de construcción de la nación.


Si la ciudadanía es el fundamento de la democracia, la discusión sobre el estado de la democracia y el debate sobre las reformas democráticas debe abarcar las distintas dimensiones de la misma: la ciudadanía política, la ciudadanía civil y la ciudadanía social.

No hay comentarios: